Y otra cosa peculiar son sus fachadas esgrafiadas:
Si paseas por las calles, por la ribera del río hasta la antigua fábrica de harinas, seguro que acabas donde empezaste: en la plaza soportalada, donde se encuentra el mejor lugar para comer La Antigua Posada, el
menú son 10€, con varios platos a elegir, la comida es casera de las que gustan y la cantidad generosa, como no podía ser de otra manera.
Canelones de bonito, no de lata, ni los canelones, ni el bonito -doy fe porque encontré una espina- y ¡qué sabor!; espinacas rehogadas, para mojar pan;
lengua estofada, mmmmm, para seguir mojando pan; y, -por suerte para mi acompañante- quedaba una ración de cordero asado, su comentario fue: “hay bodas en las que no estaba tan bueno”.
Un rico flan de queso, que sabe a queso no a polvos, y arroz con
leche, cremoso como manda la buena receta de la abuela asturiana. El pan de
cantero, la bebida y el café incluidos.
Y luego, a seguir paseando para bajar la comida...
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